De La Gomera a conquistar el mundo del Trail Running, entrevistamos a Cristofer Clemente

En el mundo del trail running mundial y de las islas, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Cristofer Clemente.

En el mundo del trail running, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Cristofer Clemente. El gomero, reconocido por su trayectoria imparable en las carreras de montaña, se ha consolidado como uno de los referentes del ultratrail a nivel internacional. Desde sus inicios tardíos en el deporte hasta convertirse en subcampeón del mundo, su historia es una mezcla de transformación personal, constancia y pasión por la montaña. En esta entrevista, charlamos con él sobre sus comienzos, sus momentos más memorables, los desafíos recientes en lugares tan lejanos como El Salvador o Ushuaia, y sus planes para lo que queda de temporada

Entrevistamos a Cristofer Clemente, referente del trail running canario y mundial

Macaronesia Sport ¿quién es Cristofer Clemente?

Cristofer Clemente Soy un corredor nacido en la isla de La Gomera. Tengo 39 años, del año 85, ya voy para 40. Empecé en el mundo del trail tarde, con 24 años, simplemente por un shock mental y médico de que tenía que cambiar mi forma de vida. Pesaba 92 kilos, vivía totalmente opuesto al mundo del deporte. Todo lo que consideraba deporte era la PlayStation. No practicaba ya mucho más y empecé a correr, a perder peso, a moldear la figura. Y allá por el 2011, final del 2011, empezaron mis primeros contactos con las carreras. Empecé en la media maratón de Las Galletas. En 2012 la primera Maratón del Meridiano. En 2015 empecé mi primera ultra y salidas internacionales. Ya son 14 años compitiendo.

Macaronesia Sport El trail lo podrías haber descubierto o no. ¿Qué te llevó precisamente al trail y no a otro deporte?

Cristofer Clemente Yo la verdad que lo desconocía. Vivo pegado a los senderos y no sabía. Fui descubriendo en 2009 los senderos que había visto quizás paseando en coche. Yo hacía algo de fútbol y corría en el parque. Era árbitro desde 2005. Era un árbitro que se reían de mí porque estaba llenito. Pero no conocía el trail. Empecé a correr más en serio en 2010-2011. Conocí a amistades que iban al Maratón del Meridiano, a pasar un fin de semana, que era una carrera de montaña. Me empecé a interesar, me dijeron dónde estaban los senderos, justo aquí en la puerta de mi casa. Probé dos o tres salidas y fue como «guau, esto me gusta, esto está guay». Muy diferente a correr en llano, rápido y monótono como hacía. Y ahí empecé a cogerle cariño a la montaña.

Macaronesia Sport ¿Y hubo una carrera que dijeras: esto no solo me gusta, sino que encima se me da bien?

Cristofer Clemente Sí, fue todo muy continuo. En 2012 probé en la Transvulcania la modalidad corta y quedé tercero. Se me dio muy bien. En 2013 todavía estaba en distancias cortas. Había un patrocinio de una farmacia en San Sebastián, junto con una empresa peninsular. Era la Gran Canaria Challenge, una carrera de unos 90 kilómetros. El ganador recibía un premio valorado en 6.000 € para ir a otra carrera en el extranjero. Mi entrenador, el mismo que tengo ahora, David Alcón, me dijo: “hostia, 90 km es mucho, estás empezando, pero vamos a intentarlo”. Fui con cabeza. El objetivo era seguir a los primeros hasta que el cuerpo aguantara. Recuerdo que si ellos se paraban, yo me paraba. Los seguía. Y al final gané. Fue como, “esto se me da”. Me encariñé más aún con el deporte.

Macaronesia Sport ¿Y era una carrera con bastante nivel, no?

Cristofer Clemente Sí, sí. Estaban todos los buenos de Canarias y algunos de la península. Recuerdo que en el Pico de las Nieves todos paraban a comer pasta, y yo pues nada como pasta también. No estaba acostumbrado. Me acuerdo que el segundo era un peninsular, de apellido Tejero, creo que militar. No me viene ahora su nombre de pila. Estábamos ya a escasos seis o siete kilómetros de meta y me dijo: “Pero tú, si vas a ganar, no me vayas a adelantar en la misma avenida a un kilómetro del final. ¡Vete ya, por favor!”.

Y nada, arranqué todo loco, como quien va a por todas, y me fui… a lo loco. En meta no daban crédito. Fue todo súper, súper inesperado.

Nadie apostaba porque en octubre yo fuera a estar compitiendo en los 90 kilómetros. Era como: “Bueno, este aún no ha terminado una grande”. Los demás ya venían con base, con experiencia. Habían cruzado Tenerife, hecho la Transgrancanaria, con resultados importantes. Estaban ahí Yeray Durán, David Lutzardo… corredores con mucha más trayectoria, que incluso habían hecho podio en Gran Canaria.

Para mí fue como: “Bueno, yo me apunto, los sigo hasta que el cuerpo aguante”. Y salió.

Macaronesia Sport ¿Y ese premio te llevó a tu primera carrera internacional?

Cristofer Clemente

Me encantó el recorrido. Espectacular. Una zona muy salvaje, muy por explorar. Es súper salvaje, de verdad. Pasa por sitios impresionantes, volcanes activos en erupción, cosas que en Europa, por temas de permisos, ni te acercas a diez kilómetros. Allí no hay esas prohibiciones, y me lo pasé muy bien. La organización, el trato humano y profesional hacia mí fue exquisito.

El año pasado quisieron volver a contar conmigo, pero no cuadró. Este año, los organizadores —los mismos de la primera que hice, la Ultra Volcanes— me dijeron que me iba a encantar, que eran volcanes súper salvajes, que estaba genial para arrancar la temporada. Y la verdad, aproveché la oportunidad y estuve allí en enero empezando la temporada.

La preparamos con respeto, sabiendo que era una prueba dura, más o menos ya lo intuía. Fue una prueba de 50 kilómetros, pero se me hizo larga. Tardé casi siete horas. Gané, pero del kilómetro 42 al 50 lo pasé muy mal: vomité, tuve muchos calambres… la humedad, los pisos, los tramos… me sacudieron bastante. Llevaba un ritmo muy rápido durante los primeros 30 y pico kilómetros, pero en el 42 me quedé vacío. Me costó mucho, pero saqué la carrera adelante.

Estas cosas te enseñan. Este tipo de humedad, este clima, no permiten llegar tan justo. Llegar un jueves para competir el domingo en un sitio así no fue una buena elección. Además, seguramente descuidé algo la hidratación, porque esos calambres y los vómitos eran claros síntomas de deshidratación. Por suerte, salvé los muebles por la amplia ventaja que llevaba y porque los otros competidores también tuvieron bastantes problemas. Ya te digo, en el trail el clima puede marcarlo todo: el calor extremo o el frío extremo lo cambian todo.

Macaronesia Sport ¿Y Ushuaia, Argentina, cómo fue?

Cristofer Clemente

Estuvimos en Argentina en marzo, en Ushuaia, Tierra del Fuego, el fin del mundo en Vallhöll. La verdad es que tengo una frustración bastante importante, porque fue una carrera que preparamos muy bien. Mimamos cada entrenamiento y yo me encontraba en un estado de forma excelente. Fue una lectura de carrera ultra perfecta: 130 kilómetros, todo funcionando, de menos a más. Ya en el kilómetro 10 iba segundo, así que todo tranquilo, a mi ritmo. Veía que los demás iban sobrepasados y yo, muy confiado. En el kilómetro 50 ya iba tercero, en progresión, mientras los demás perdían ritmo. Los 12 minutos que me sacaban se redujeron a 4 cuando llegué al 71. Los tenía a dos minutos, los veía.

Pero saliendo de ahí, tuve la mala suerte de seguir las balizas del recorrido sin ver un desvío que separaba la carrera de 85 de la de 130. Seguí las balizas del recorrido de 130 —la que yo hacía—, y tras tres o cuatro kilómetros pregunté si los corredores que iba persiguiendo estaban cerca. Me dijeron que sí, que iban justo ahí. Pero no sabían que mi dorsal era rojo y el de los corredores de 85, azul. Los que veían no eran de mi carrera.

Doce kilómetros después, empecé a dudar. Era un tramo de ida y vuelta en el que había que subir a una laguna y regresar, así que pensé: “Cuando llegue al giro, los veré bajando”. Pero al llegar al final y no ver a nadie, pregunté. Me dijeron: “No, tú eres el primero”. Entonces pensé: “Esto no puede ser. ¿Se perdieron ellos o me perdí yo?”

Paré el cronómetro —otro error—, busqué el navegador de la carrera y, efectivamente, era un bucle de los últimos 25 km del recorrido. En el kilómetro 78 había tomado una dirección equivocada. Justo entonces comenzó a sonar el teléfono de mi mujer, preguntando dónde estaba, porque hacía 30 o 40 minutos que debía haber pasado tercero por el avituallamiento. No supimos cómo retomar el camino, ni siquiera encontrar el desvío que me había saltado. Se nos quedó una cara de tontos por haber llegado tan lejos… y no por el esfuerzo, porque el sitio lo vale.

A pesar de lo mal que lo pasé después por la frustración, te digo que Ushuaia es de los lugares más bonitos del mundo donde he corrido. No me importaría volver. Es fascinante, un espectáculo, un regalo para la vista de los que amamos la montaña. Si algún día pueden ir, háganlo. Es naturaleza en estado puro, una auténtica pasada.

Fue el trabajo de muchos meses, la carrera que había soñado y preparado con tanto esfuerzo. Y sí, sigo soñando y pensando que podía haber quedado muy, muy adelante. No voy a decir que podría haber ganado, porque habría que haberla terminado. Pero sí que estaba para algo muy grande.

Macaronesia Sport Y luego vino Reventón, en La Palma.

Cristofer Clemente

Todavía no estaba del todo recuperado, pero tuvimos la suerte de correr en casa, en La Palma, donde me quieren mucho. Corro como si estuviera en La Gomera. Ya me conocen, y mis primeros pasos en un club fueron con uno palmero. Fui miembro del club de La Palma, allá por 2012 o 2013, corría con la camiseta del Trigo. Me siento en casa allí.

Fui, me puse en la línea de salida a ver si el cuerpo respondía. Y sí, la verdad es que respondió. Fue una carrera bastante rápida para mi perfil de corredor y me sorprendió sentirme tan bien. Fue una carrera un poco suicida, la verdad. Salió rápido, como suele pasar. La primera bajada era rapidísima y no me entraba en la cabeza seguir ese ritmo, pensaba: “¡Si quedan más de 50 km, cómo va este tío así cuesta abajo!”. Pero le di caza. Lo pasé en Las Deseadas. Lo noté un poco más flojo ese día y decidí apretar.

De nuevo para abajo, la misma película: lo tenía pisándome los talones. Ya llegando a Tajuya, con el calor empezando a apretar, bajamos bastante el ritmo. Fue como una mirada cómplice entre los dos, como diciendo: “Vamos tranquilos hasta el final y ahí vemos qué pasa, porque si seguimos así, esto va a ser un auténtico suicidio”. Había sido muy duro hasta ahí.

Y sí, al final conectamos bien. Ya nos echamos unas risas y decidimos tomárnoslo con calma. Los últimos 23 kilómetros fueron más bien un entrenamiento: reconocer el recorrido, disfrutar las vistas y dejar de calentarnos. Ya nos habíamos dado buena caña en los primeros 47 km.

Y nada, firmamos tablas. No hubo ningún intento de jugada ni de apretar al final. Fue una tregua total. Entramos como dos buenos amigos, felices. Porque, claro, si desde el minuto uno te estás dando caña… Yo ya en el minuto cinco o seis pensaba: “Esto no va bien”. Íbamos tercero y cuarto del maratón, que había salido junto con nosotros, y a ritmo de los punteros. ¡Pero a nosotros nos quedaban 30 km más! Así que era evidente que no iba a salir bien.

Al final, hicimos los primeros 47 km al ritmo de los ganadores del maratón. Como para haber disputado con ellos. Y en algún momento nos llegó algo de inteligencia y dijimos: “Esto no puede seguir así, vamos a aflojar”. La diferencia con el tercero fue de 40 minutos y esos últimos 23 km, hay que decirlo, fueron malos. Está grabado. Pero también fueron muy placenteros. Hablamos, reímos, disfrutamos. La gente que veía la carrera notó el cambio, nos vio competir… y luego nos vio pasarlo bien, parar en los avituallamientos, sacarnos selfies… Pero nos divertimos.

Y eso también se agradece: tener la suerte, un día, de correr como un popular, de disfrutar el deporte, sin ir todo el rato con el cuchillo entre los dientes. Que ya bastante machete nos dimos durante casi cinco horas.

Macaronesia Sport ¿Alguna carrera donde haya sido navajazos de principio a fin?

Cristofer Clemente Hombre, los dos mundiales fueron muy intensos: el de Italia en 2017 y el de Penyagolosa en 2018. Ahí no había ni amigos ni compañeros. Me acuerdo perfectamente del codo a codo con Efrén y con Pablo Villa en Italia. Ellos iban más adelante que yo, pero los alcancé, y Pablo me dijo: “Vamos bien a este ritmo». Y yo le dije «Yo le puedo dar más», ahí no se puede regalar nada, así que le metí una marcha más. Si te guardas las cartas en un Mundial, te quedas fuera. Ahí vamos a muerte, lo tenía clarísimo.

En Italia, me pasó algo que no se me olvida. Llegando a un avituallamiento, me quedé sin sales y empecé a acalambrarme. Me dijeron: “El francés lo tienes a un minuto”, y quedaban solo tres kilómetros. Depa se puso tan nervioso que ni atinaba a darme las cosas. Yo salí corriendo, lo alcancé y pasé al tercero a falta de un kilómetro.

Y lo más fuerte: no tenía la referencia de Luis Alberto, que estaba solo a 50 segundos. ¡Si lo llego a saber… me lo como! Él iba mal. Pero bueno, ese día no había espacio para los amigos. Era un puesto en un Mundial, y ahí se va con todo.

Macaronesia Sport ¿Y lo que resta de temporada?

Cristofer Clemente Bueno, pues mira, me voy a Panamá el 10 de mayo. Me voy porque me invitan, porque quieren que esté allí, y llevan tiempo buscándome para esa carrera. Así que para allá voy. Y después de eso, ya sí que me pondré el mono de faena.

El año pasado probé mis primeras 100 millas, y no salió nada mal. El resultado fue en Patagonia Run, que se celebró ese fin de semana. Añoraré no estar ahí este año, porque es una carrera espectacular, la mejor de Latinoamérica con diferencia. Si alguien quiere debutar a lo grande en Latinoamérica, esa es la carrera. No hay problemas de marcaje, es súper profesional. Así que apunten ese nombre: Patagonia Run, en el Valle de San Martín de los Andes, en plena Patagonia argentina.

También estuve en Niza, donde corrí otras 100 millas y me fue perfecto. Mi primera 100 millas… ¡y la gané! ¿Qué más se puede pedir? En Patagonia quedé segundo, y sí, voy a volver. Quiero correr otra vez las 100 millas y hacerlo en una de las grandes, una de las que patrocina mi marca, de las más importantes del circuito UTMB, la Val d’Aran.

Los diez primeros clasificados en esa carrera tienen plaza directa para el UTMB del año siguiente. Es una carrera dura, de las que dejan huella. Se ha ganado en 23 horas largas, casi 24, pero también hay ediciones que se van a 28 horas. Un auténtico pepino: 163 kilómetros con 20.000 acumulados. No queda otra que picar piedra, llegar a la mejor versión posible e intentar ponérselo muy difícil a todos los rivales.

Ese es el gran objetivo. En el que pienso cada día. Y cuando, ojalá, se logre y cruce esa meta, pasarán semanas o meses antes de que vuelva a tener ganas de competir. Así que ahora toca darlo todo, prepararlo todo y vaciarse por completo para esa fecha.

Macaronesia Sport ¿Alguna carrera pendiente?

Cristofer Clemente Sí, en Estados Unidos. Alguna larga tipo Western States o Hardrock. Corrí en Montana en Copa del Mundo, era muy técnico, fuera de sendero, mucha piedra. Quiero vivir esa cultura americana del trail, donde corren 5.000 personas como si fuera una carrera corta. Me atrae mucho.

Macaronesia Sport ¿Y tu victoria más especial?

Cristofer Clemente El Mundial de Penyagolosa 2017. Estaba toda mi familia. Salí súper tranquilo, aunque tenía a todo el mundo tenso. En el kilómetro 12 iba en la posición 72, y recuerdo a Depa —con quien tengo una amistad tremenda— que me vio en el avituallamiento y me paró:
—¿Qué te pasa? ¡Vas el 72!
Y yo le dije:
—¿Han recortado la carrera? ¿Rodaron la meta o qué? Esto es largo.

Todo el mundo estaba muy pendiente de mí, muy nervioso. Yo venía de ser subcampeón el año anterior, y verme en las posiciones 72, luego 60, luego 40… era como: “Hostia, se va a dar un batacazo”. Los que no conocían mi plan lo estaban pasando mal. Pero los que confiaban en mí sabían que ese era mi ritmo, que era cuestión de tiempo. Y yo, la verdad, lo disfruté muchísimo.

Conseguir ese subcampeonato de nuevo fue muy emotivo. La llegada fue muy emocionante, porque todo salió como lo había planeado, y los que habían apostado por mí lo vivieron con alegría. Los que no sabían mi estrategia estaban sufriendo. Pero no, todo salió. Y esa meta me emocionó de verdad.

Repetir dos subcampeonatos del mundo no es poca cosa. Se dice fácil, pero hay que tirar de hemeroteca: fueron dos mundiales ganados por España, y en los dos estuve en el podio. Ojalá este año, que el Mundial se corre en casa, en Canfranc, España vuelva a tener éxito.

Desde Peña Golosa 2017, España no sabe lo que es ser campeona del mundo. Ojalá lo vuelvan a conseguir, pero ahí están los datos. Y yo, orgulloso de haber formado parte de esa historia.

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